de Fausto, J. W. Goethe
Fausto pregunta: “¿Si será el pergamino el que encierra la fuente sagrada que apaga a perpetuidad la sed del alma? Si tu propio corazón no te concede la gracia, nunca te sentirás saciado”. El Poeta afirma: “Entonces -haciendo referencia a su juventud- no tenía nada y, sin embargo, tenía lo suficiente: el deseo de verdad y la sed de ilusiones”. Mefistófeles discute: “¡Ya! Preciso es confesar que os sirve de una manera muy rara. Ni come ni bebe cosas terrenales ese pobre loco. La angustia que le devora lo empuja hacia los espacios, e incluso conoce a medias su propia demencia; pide las estrellas más bellas del firmamento y el supremo placer a la tierra…, y ni lo más lejano o más cercano satisface en lo más mínimo las insaciables apetencias de su pecho”.