Saturday, October 10, 2009


Machado de Assis,
Crónicas escogidas


Y bien, yo tengo rosas en el jardín, rosas que cultivo con amor y que me quieren bien, que me saludan todas las mañanas con sus mejores perfumes, y que como no consiento que las corten, sin pudor emiten palabras galantes sobre las delicias de la vida, porque han de morir donde nacieron.

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No es el cielo como podéis suponer. El cielo es bueno, aunque yo me imagino que la paz allá arriba no estará del todo consolidada. Ya hubo una rebelión por aquellos lares y puede haber otras. A los que se van de este mundo, amnistiados o perdonados por Dios, les puede entrar la nostalgia por la Tierra y tomar armas. La Tierra, aun cuando sea insoportable, despierta nostalgia, y más en la oscuridad, perdido en el fondo del abismo. ¡Oh, puntito negro en el que fluyó mi infinito (exclamarán los bienaventurados), cómo me gustaría que me concedieras el poder de cambiar esta abundancia de maná por el hambre del desierto! Y el desierto no era tan malo: se moría en sus entrañas, pero también se vivía. De la misma manera que en nuestros pueblos, sin saber por qué, los hombres se pelean y se rompen la cabeza entre ellos.