Todo aquel mundo, con sus habitantes, los fuertes y los débiles, todas sus viviendas, tanto los cobijos de los mendigos como los dorados palacetes... a esa hora crepuscular, con la fuerza que da la vida, parecían una fantástica y mágica visión; un sueño, que desaparecería al instante esfumándose como vapor por el cielo azul oscuro...
Arcadi se convirtió en una persona triste y taciturna, perdió toda su alegría.