Borges, sus días y su tiempo, María Esther Vázquez.
- Una vez me dijiste que te considerabas anarquista. ¿Qué quiere decir eso? ¿Cuál es tu anarquismo?
- Que tendría que haber un mínimo de gobierno, que no se notara, que no influyera. Se trata de un anarquismo a lo Spencer.
- ¿Tu padre era anarquista?
- Sí. Él me dijo que me fijara en las banderas, en las fronteras, en los distintos colores de los diversos países en los mapas, en los uniformes, en las iglesias, porque todo eso iba a desaparecer cuando el planeta fuero uno y hubiera simplemente gobierno municipal o policial, o quizá ninguno si la gente fuera suficientemente civilizada. Él creía que esa utopía estaba esperándonos; ahora no se nota ningún síntoma, pero quizás a la larga tenga razón. Por de pronto, los países tienden a agrandarse. Quizá cuando todo el mundo sea Rusia, o China, o los Estados Unidos, no se necesitarán pasaportes. Hoy la burocracia molesta bastante. Esta mañana tuve que firmar para el Ministerio unos papeles por sextuplicado. Eso es para dar trabajo a la enorme cantidad de empleados públicos que tienen. En este país, dentro de poco no va a haber más que empleados públicos, empezando por el ejército. Un barrendero es un empleado público; el presidente es un empleado público. Todos son empleados públicos.