Michel Onfray, Cinismos: Retrato de los filósofos llamados perros
De manera similar, la tarea del filósofo es la búsqueda de la sabiduría, independientemente del lugar de donde provenga o de que pueda presentar un certificado de nacionalidad. La identidad tiene menos que ver con un título que con una cualidad. La ciudadanía es un juego para personajes mezquinos, cargados de vanidad y de desdén, que en virtud de un complejo de superioridad cree que se los considera mejores. La excelencia de la que se vanaglorian no es más que el efecto del azar. En suma, la patria es una quimera, y la ciudadanía una superchería